Durante la pandemia viví en el campo y necesitaba un escritorio para trabajar. En esa época estaba mirando muy de cerca el increible trabajo que hace esta gente en Japón. Así que, inspirado en una mesa que vi hacer a este carpintero, creé mi escritorio pero usando lo que tenía disponible en la maderera del pueblo: un fenólico de 18mm de eucallipto grandis con una cara buena (que en general no era muy buena).
Para lograr el espesor de la base ensanguiché 3 placas y en el caso de la tapa le hice un borde doble que llega hasta unos 15cm hacia adentro de la tapa.
La terminé con mucho lijado, un poco de tinte roble claro y unas cuantas capas de laca al agua para protegerla de manchas y humedad.